Han pasado tres décadas desde que el Centro Mexicano de la Tortuga (CMT) abrió sus puertas al público con la misión de conservar a las tortugas en un esquema de sustentabilidad, dos de ellas gestionado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Su labor de conservación se basaba en la obtención de información científica a través del monitoreo de las especies, luego se divulgaba a través de recorridos guiados y esto, al favorecer el flujo de visitantes, daba lugar al desarrollo de la economía local al promover el ecoturismo. Hoy Mazunte es considerado un importante destino ecoturístico en nuestro país, incluso con designación de Pueblo Mágico.

En marzo de 1994, a tan solo cuatro años del inicio de la veda permanente que protegía a las tortugas marinas, el personal del CMT dio sus primeros pasos, tan inseguros, curiosos y llenos de apasionamiento, como cualquiera de los niños que lo visitaban. Así comenzó esta historia que ya acumula datos, éxitos y hasta tropiezos, todo convertido en experiencias para compartir.

Como la institución joven que era buscaba fórmulas, descubría senderos que se hicieron anchos caminos por los que muchos tortugueros han pasado, aunque eso será tema para otro momento. Hoy lo que nos ocupará será la labor del Centro con los pequeños que nos visitan.

De acuerdo con la información que hemos generado desde 2001, en promedio, cada año 175 grupos solicitan el ingreso guiado al Centro; de ellos, alrededor del 70% son jardines de niños y primarias.

La diversidad cultural de Oaxaca se manifiesta con pequeños hablando en todas sus lenguas, se cuchichean en sus idiomas lo que les contamos. Aquí los niños costeños afirman su cercanía con el mar y la biodiversidad que lo habita, comparten con los guías el conocimiento que les han transmitido sus padres, muchos de ellos pescadores. En cambio, niñas y niños serranos abren sus ojos emocionados al encontrarse por primera vez con la inmensidad del mar y al observar la majestuosidad de las tortugas marinas. Ese infinito océano y el rumor de las olas les dejarán una huella indeleble. Responder a las inquietudes de estos niños es todo un placer, además de estimulante, para nosotros, porque nos permite mostrarles un sendero por el cual podrán transitar de manera armoniosa con la naturaleza.

El recorrido por el Centro Mexicano de la Tortuga se ha modificado con el paso del tiempo; hoy es posible observar más de 20 especies distintas de tortugas, un cocodrilo y de manera libre murciélagos, aves, ardillas, iguanas. La vegetación tiene un importante espacio en el Jardín de Cactáceas Helia Bravo-Hollis y otra área donde se está sembrando un jardín sintrópico. También mostramos el espacio donde se trabaja la lombricomposta que sirve de abono para las plantas que alimentarán a las tortugas. Estos espacios nos dan un sinfín de oportunidades y temas para continuar abonando a la curiosidad que todos los niños tienen y motivar en ellos su lado más solidario con los otros seres vivos que los rodean.

Hoy podemos asegurar que para las comunidades escolares de Oaxaca el Centro Mexicano de la Tortuga continúa siendo un espacio ideal para que los niños conozcan algo de la riqueza biológica de su estado. Nuestra mejor referencia es que el número de escuelas que nos visitan no ha bajado y eso significa que el interés por conocer la biodiversidad de su región sigue vigente.

Queremos extender la invitación para que nos visiten más escuelas, y no solo de Oaxaca, también de otros estados del país, porque una niñez interesada en conocer la naturaleza y empática con los seres vivos que le rodean hará de este un mundo más habitable.  

Autor: Centro Mexicano de la Tortuga