Las Áreas Naturales Protegidas son hogar de especies ligadas de manera estrecha a las distintas culturas del país. En Oaxaca, en el Parque Nacional Huatulco, habita un caracol que ha convivido de manera armónica con las comunidades mixtecas por muchos años.
El caracol púrpura (Plicopurpura pansa), conocido como tixinda en lengua ñuu savi (mixteco), es símbolo de identidad, resistencia y sostenibilidad. En la costa de Oaxaca, su tinta ha teñido hilos y generaciones, dando vida a una tradición que une el arte textil con el respeto a la naturaleza.

Para conmemorar cuatro décadas de defensa y conservación del molusco, en el Museo Nacional de Culturas Populares, en Coyoacán, Ciudad de México, se llevó a cabo el conversatorio “Tixinda: 40 años en la defensa del caracol púrpura”, en octubre de este año.
En este encuentro se reunieron pueblos originarios, investigadores y especialistas para dialogar sobre la bioculturalidad en esta Área Natural Protegida y los retos del manejo sustentable de los recursos marinos.

El maestro tintorero, Habacuc Avendaño Luis, originario de Pinotepa de Don Luis, Oaxaca, compartió su historia de vida, en la que a los 15 años emprendió por primera vez una caminata de ocho días hasta Puerto Ángel donde conoció el arte de teñir madejas con la tinta del caracol púrpura. Ahí aprendió a ordeñarlo sin matarlo, mediante una técnica ancestral.
Durante su testimonio narró el inicio de los esfuerzos de conservación, cuando una empresa extranjera provocó una grave mortandad de caracoles por desconocer los saberes tradicionales. Aquella crisis marcó el inicio de una lucha colectiva por proteger el caracol púrpura y el conocimiento ancestral mixteco.
Desde entonces, las comunidades costeras han trabajado junto con la CONANP, Vida Silvestre y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales en Planes de Manejo que fomentan el aprovechamiento sustentable de los recursos marinos, fortaleciendo la relación entre biodiversidad y cultura.

Javier Acevedo García, complementó la narración de Don Habacuc, aportando información desde el punto de vista de la investigación y el acompañamiento jurídico-administrativo. Reconoció que lo que inició como una búsqueda de datos con metodología “científica” fue enriquecida al caminar junto con los tintoreros e ir conociendo las bases de su conocimiento, nombrado entonces como etnociencia o etnobiología y actualmente biocultura.
Al unir ambos conocimientos y proponer las Normas vigentes fue muy satisfactorio lograr el reconocimiento de las prácticas sustentables mixtecas, como un hito pionero en México.

Por otro lado, desde la Sierra Sur de Puntarenas, Higinia y Ligia González Maroto, integrantes de la comunidad indígena Boruca, y la arqueóloga Ifigenia Quintanilla compartieron su experiencia en la tradición textil de teñir con caracol púrpura.
Cada enero, las familias borucas descienden hasta la costa para realizar el teñido de manera sustentable, respetando los ciclos naturales del molusco. No obstante, la reciente declaración de su zona de trabajo como Área Natural Protegida les impuso restricciones.
Gracias al trabajo conjunto con biólogos lograron permisos especiales, aunque los cambios administrativos han vuelto a poner en riesgo esta práctica ancestral. La historia de los Boruca refleja una lucha compartida con los pueblos mixtecos, mantener viva una herencia cultural sin dañar al entorno.

Por último, el doctor, Kim Ley Cooper, destacó los compromisos internacionales que tiene la Conanp, como incrementar la cobertura de las áreas protegidas terrestres y marinas al 30 por ciento en el territorio nacional, así como los trabajos de manejo y conservación requeridos para que se puedan sostener los recursos marinos.
Sobre el Plan de Manejo, indicó que a pesar de lo complejo que es llevarlo a cabo, es el marco legal que permite un mayor control y reconocimiento de las buenas prácticas.
Respecto a las experiencias de un buen manejo de recursos pesqueros con identidad de origen, citó a los pescadores de Banco Chinchorro y Sian Ka’an, en Quintana Roo, donde las cooperativas se unieron para tener una marca colectiva denominada Chakay, mediante la cual se reconoce el manejo y las buenas a partir de un recurso marino de gran valor como es la langosta, y son los propios pescadores quienes promueven la vigilancia y el monitoreo biológico de las poblaciones para garantizar su uso.
Este conversatorio conlleva un mensaje claro, la conservación marina y la cultura de las y los mexicanos no pueden separarse. El color púrpura, extraído con respeto del mar, representa la unión entre ciencia y comunidad, tradición y futuro.

Hoy, a 40 años de esa primera defensa, los mixtecos de Oaxaca y los boruca de Costa Rica continúan demostrando que es posible vivir del mar de manera sustentable, asimismo, que la cultura y los conocimientos ancestrales merecen ser reconocidos como parte fundamental de la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad en el país y el mundo.
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Fuente y co-autoría: Marta Turok Antropóloga y Kim Ley Cooper, Mares y Costas de la CONANP
Fotografías del conversatorio, Archivo Conanp
Redactó: Juan Carlos Cuevas Galeana y Víctor Spencer López Rocha