Las tortugas en general, y las marinas en especial, son animales por los que la mayoría de la gente se siente atraída; su defensa silenciosa bajo su caparazón, su mirada de personaje sabio, su nado gentil a pesar de su tamaño y aparente torpeza las convierten en una atracción casi inevitable.

Las características que menciono en el párrafo anterior, y cientos que desconozco, han hecho que muchas personas tengan la intención de colaborar en su conservación.

Desde los primeros años de funcionamiento del Centro Mexicano de la Tortuga, allá por la década de los años noventa, se acercaron visitantes con la intención de apoyar en la labor de conservación que la institución realizaba. En los primeros casos nos acompañaban en las tareas, algunas de día otras nocturnas; el rumor de que aceptábamos voluntarios se corrió a tal grado que creamos mecanismos para que no nos rebasara el ímpetu de los jóvenes, y no tan jóvenes, voluntarios.

La experiencia que teníamos en este aspecto, más tarde, dio pautas para el actual programa de voluntarios de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas y nos vinculó con instituciones académicas por lo que no solo recibimos voluntarios sino también un número importante de estudiantes de universidades del país e inclusive de escuelas extranjeras. En los últimos años hemos recibido jóvenes de los programas gubernamentales Jóvenes Construyendo el Futuro y Mi Primera Chamba.

A lo largo de estas más de tres décadas de labores hemos recibido alrededor de 800 personas; del intercambio de saberes que significa un voluntariado o un servicio social, hemos aprendido nosotros y también se han formado algunos profesionistas que en la actualidad son parte del equipo de técnicos de la Comisión de Áreas Naturales Protegidas y de otras instituciones que trabajan en la conservación de las tortugas marinas o de otras especies y ecosistemas.

El texto que compartimos es justo la reflexión de Ed Fredrickson, él actualmente colabora con nosotros como voluntario, y con su visión sensible, de respeto y de responsabilidad, nos permite imaginar a las tortugas desde aspectos menos comunes. 

¡Disfruten la lectura!

¿En qué está pensando una tortuga cuando parece estar en profunda reflexión?

Cuando estoy limpiando los alojamientos de las tortugas en el Centro Mexicano de la Tortuga, a veces me pregunto en qué están pensando. ¿Estarán resolviendo problemas matemáticos? ¿Respondiendo preguntas filosóficas profundas como el significado de la vida? Aunque podemos imaginar a las tortugas reflexionando sobre los misterios de la existencia, los biólogos sugieren que sus pensamientos son probablemente mucho más simples e instintivos. Sin embargo, aún se desconoce mucho sobre la cognición de las tortugas.

Entonces, ¿en qué podría estar pensando realmente una tortuga cuando parece mirar al infinito? Aquí hay algunas posibilidades:

1. En calentarse o enfriarse

Las tortugas son de sangre fría, lo que significa que no producen su propio calor corporal. Cuando una tortuga se pone al sol, probablemente está absorbiendo calor para tener una buena digestión y moverse mejor. Si está en la sombra, puede estar enfriándose para evitar sobrecalentarse.

2. En observar su entorno

Incluso cuando están inmóviles, las tortugas constantemente están procesando información. Dependen en gran medida de su visión y olfato para detectar depredadores, fuentes potenciales de alimento, a otras tortugas, entre otras cosas. Lo que parece una mirada perdida podría ser, en realidad, un momento de profundo reconocimiento de su entorno.

3. En descansar o conservar su energía

A veces, las tortugas entran en un estado de baja energía en el que hacen poco más que existir. Esto les ayuda a conservar energía para actividades importantes como buscar alimento o escapar del peligro. Es similar a cuando los humanos nos sentamos y nos perdemos en nuestros pensamientos sin pensar en nada en particular.

4. En recordar lugares

Las investigaciones sugieren que las tortugas pueden recordar lugares donde encontraron comida, agua o refugio. Puede que no tengan pensamientos complejos como los humanos, pero procesan experiencias pasadas de una forma sencilla que les ayuda a moverse en su entorno.

Aunque probablemente las tortugas no pasen su tiempo resolviendo ecuaciones o debatiendo sobre filosofía, sí experimentan el mundo de maneras que aún estamos intentando comprender. La próxima vez que veas a una tortuga en lo que parece una profunda reflexión, tómate un momento para preguntarte: ¿en qué crees que está pensando?

¡No lo piensen mucho y vengan a ser voluntarios al Centro Mexicano de la Tortuga o a algunas de las Áreas Naturales Protegidas de nuestro país!

Contacto del Centro Mexicano de la Tortuga:

Mireya Viadiu Ilarraza mviadiu@conanp.gob.mx

(55) 54900 900